lunes, 27 de julio de 2009

Mi lectura sobre las mentiras

Dice el refrán: " la verdad hiere un instante, mientras la mentira mata para siempre" -Víctor Hugo Menacho Moreno-.
"La mentira", palabra controvertida si las hay. Todos la detestamos pero no sé si hay alguien que pueda decir que jamás en la vida dijo una.
Según el diccionario, mentira es toda declaración o expresión contraria a lo que se sabe, siente o cree. Una manifestación hecha deliberadamente para engañar.
Mentimos desde niños, para evitar un castigo, para salir airosos de determinadas situaciones; para tener el control. Según la Dra. Victoria Talwal, en los niños es sinónimo de inteligencia. Para hacerlo, el pequeño debe llevar a cabo un proceso cognitivo que denota una enorme capacidad intelectual. Él debe reconocer la verdad, concebir intelectualmente una realidad alternativa y ser capaz de transmitir convincentemente a alguien esa nueva realidad. Es decir, que los más brillantes son los que mienten más tempranamente. Este artículo me pareció más que interesante a la vez que me sorprendieron sus conclusiones. Termina diciendo que se cae en esta conducta por imitación de los mayores, y ésto va pasando de generación en generación.
El actuar por imitación no es algo que se hace concientemente, desde la infancia se nos enseña indirectamente a disfrazar algunos momentos (no mentir, sino adornar) por ej. cuando nos entregan un regalo por lo general te debería gustar, y si no, te debe gustar igual por educación; o todo lo relacionado con los reyes magos o papá Noel, a la larga, se descubre que por no romper la ilusión o por amor, se nos mintió.
Por lo cuál aprehendemos esas normas de conducta y así empieza nuestro recorrido en el mundo de las falsedades.
"Mentime que me gusta"; muchas personas viven en la mentira porque resulta más cómodo y menos doloroso. Entonces sienten que quizá no se les está diciendo la verdad, o sólo una verdad a medias, pero es mejor así. Y eso de que, "la mentira tiene patas cortas", en estos casos es un mito, porque las tiene, mientras haya del otro lado alguien capaz y con ganas de impedirlo. De lo contrario, una mentira dirigida a una persona que la acepta tácitamente, puede ser eterna. Hay gente que vive engañada a sabiendas de que algo se les está ocultando, porque es parte de su personalidad, lo que no conozco a ciencia cierta no me perjudica ni me perturba.
En otros casos, se prefiere ocultar parte de la información, que sería bastante discutible decir que es mentir en el sentido más estricto de la palabra. Hay quienes consideran que, en algunas excepcionales ocasiones, resulta acertado obviar detalles innecesarios, es decir, que no cambian el curso de los acontecimientos o de las relaciones; el saberlo por parte del otro tal vez no modifica esencialmente las cosas.
Para algunos, tapar parte de la declaración, es engañar, es una pócima en la que se mezclan palabras falaces con algunas gotitas de verdad, de manera tal que el interlocutor nos crea el mensaje completo, es decir, tanto lo cierto como lo que no lo es.
Podemos resumir que existen varias clases de mentiras, las que se consideran "piadosas", en las que se incurre para evitar hacer pasar a alguien por un momento desagradable o de dolor; las "mentiras a medias", son las que mencionamos, que traen un poquito de realidad y otro tanto de engaño; y también existe la "mentira patológica" que hace referencia a aquellos casos en que el autor, no sólo las dice compulsivamente y logra que le crean, sino que él mismo se introduce en ese mundo ficticio y termina creyéndolas también. Éste último, representa un accionar frecuente y compulsivo, y como tal enfermizo. Otra categoría serían las "mentiras masivas", que provienen de medios de comunicación u organismos de gobierno que envían mensajes falsos y generalizados a discresión.
Mentiras que han derrumbado relaciones y amistades, que, en un minuto hacen tambalear toda una estructura emocional muy difícil de reconstruir. Nos hacen perder la confianza en el otro y hasta en nosotros mismos, ya que, no existiría la mentira si no hubiese alguien dispuesto a creerlas y ahí es donde entra en el juego la autoestima. Y bastante difícil, sino imposible, recuperar la confianza en el otro luego de una desilusión. Se convierte en un extraño, y ya nada vuelve a ser igual.
Estamos acostumbrados a ellas, algunas pequeñas, inofensivas y otras muy atroces, todas forman parte de nuestra sociedad y nacen en nuestras familias. Las aprendimos quizá para defendernos, para pertenecer a un grupo, para sentirnos quienes realmente no somos, realidades de cada uno que, muchas veces, duele aceptar.
Algunos las perfeccionaron con el correr del tiempo y sobrepasando la edad de la inocencia, y las convirtieron en su modus operandi. Otros las reservan para aislados momentos y sin ánimo de dañar al otro, al contrario, a veces con intención (equivocada o no) de protegerlo. Y unos cuantos, que difunden a viva voz modelos a seguir, las utilizan descaradamente y sin tapujos...
Las hay de todos los colores y formas, matices para todos los gustos y hasta insólitas algunas, poco creíbles, pero mentiras al fin.

Esta vez, no voy a terminar con la propuesta de "no mentir" porque tendría que agregarle el dicho "haz lo que yo digo pero no lo que a veces hago...." y no sonaría muy convincente. Sí me gustaría, rescatar la importancia de enseñar y transmitir el valor de la verdad, porque no tenemos que conformarnos y porque todos nos merecemos un mundo mejor.
Hay un cuento que se llama "Washington y el cerezo" que habla de la importancia de decir la verdad, les recomiendo su lectura ya que es un buen punto de partida para empezar a difundir este valor.
Y si surge espontáneamente y no pudimos actuar de otra manera, nunca es tarde para remediar nuestros errores; el tener intenciones de cambio ya significa haber empezado a cambiar.
Siempre comencemos por sincerarnos con nosotros mismos...

3 comentarios:

  1. Coincido plenamente con los conceptos desarrollados y reconozco que si bien la mentira es a veces dolorosa y cruel, es un valor incuestionable. La paz que produce desenvolverse de frente y con la verdad no tiene precio. La mentira enferma y causa sensación de ahogo, de ahí la necesidad de sacar la verdad del pecho para poder respirar libremente.

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  2. Totalmente de acuerdo!! Gracias por tu comentario!!!

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  3. Comentario de Angeles S.
    Enseñé a m hija a no mentir por ej. cuando traía malas notas (¡llamabamos a su mochila la bolsita de las malas notas!!!). Fue un proceso increíble. Se dio cuenta que después de mentirme, yo había perdido la confianza en lo que ella me decía Y ESO FUE LO PEOR porque no había forma de cambiarlo: yo no le creía. Durante mucho tiempo tuvo que ejercitar decir la verdad para poder revertir las cosas. Fue aleccionador y duradero.

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