sábado, 21 de noviembre de 2009

Un mundo en mi patio

Un mundo en mi patio tengo
desbordante de maravillas,
intensos rastros de vida,
un cuadrado de cielo que brilla.

Hay un poco de naturaleza
y también yace mi desvelo,
noches y charlas de amigos
y hay gritos y mucho juego.

Su olor me trae emociones
de lluvias y de recuerdos,
de noticias que no quise,
de llamados y de invierno.

Hay un mundo en unos metros
con pájaros que cerca anidan,
con abrazos de amor puro,
con balcones que me miran.

Ruido de gente que hace su día,
que despliega su rutina,
y hay ropa y hay hojas verdes
y soledades que no terminan.

Yo repaso sus rincones,
me río y a veces canto,
creo, pienso, me imagino
y a veces sigo esperando.

Hay mucho en poco lugar
y a veces el sol no alcanza,
pero es mi remanso de paz,
con campanas que no descansan.

Son sitios que se hacen uno
y mi patio me acompaña,
aunque a veces no vea todo
y haya nubes que me empañan.

Siempre mora ahí mi estrella,
que habita en ese cuadrado
de cielo colmado de sueños
y un mundo del otro lado.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

La foto de Anemy

Anemy era una chica fuera de lo común. Ella no se sentía parte de la realidad y vivía un pasar de ensueños con sus particulares intereses. Daba la sensación de que pertenecía a alguna época pasada. Siempre habían despertado en ella una extraña fascinación las antigüas fotos en blanco y negro de su abuela y otros familiares lejanos, y aún aquellas que se encontraban en viejos periódicos donde se podían ver a personas rodeando un hecho importante, en algún desconocido lugar en tiempos lejanos. Tenía totalmente prohibido abrir los viejos y empolvados cajones del cuarto de huésped en donde estaban celosamente guardadas. De todas maneras Anemy insistía una y otra vez y pasaba gran parte del día observándolas a escondidas. Imaginaba concentrada qué sentirían esas personas en el momento de ser inmortalizadas en la fotografía. Fijaba su atención en los rostros, sonrisas y expresiones de cada personaje. Y había una especial para ella. No reconocía a nadie, pero se trataba de una especie de reunión o festejo donde parecía que todos se estaban divirtiendo y en un rincón del salón, casi mirando en detalle, había una pequeña niña muy acongojada y ajena a la situación. Se esmeraba por intentar descifrar el por qué de su solitaria angustia. Notaba que tenía sus ojos fijos en los de ella como pidiendo su ayuda y esta revelación se convirtió en una obsesión en su vida, en la misma razón de su existir. Creía que la niña desconocida había quedado atrapada en ese espacio al tomarse la foto y que su pena se debía a eso. Sintió que su misión era liberarla de esa prisión de papel y devolverle el brillo de su mirada. Había momentos en que tenía que abandonar su aventura porque escuchaba pasos cercanos y debía retirarse de la escena y volver a su rutinaria existencia. Pero pronto regresaba. Y volvía a involucrarse en su encrucijada incansablemente, . Una tarde, de aquellas silenciosas de domingo en que solo se oían cantares de naturaleza, Anemy quiso ir por más y se prometió que lograría su cometido. Se puso su vestido blanco, se recostó sobre la mullida cama con la foto apretada contra su pecho, meditó mucho y un poco más, luego fijó su mirada en la de la niña. De a ratos parecía como que entraba en trance o en una regresión o quizá en un sueño profundo. Estaba sudorosa y agitada y ya casi se percibía lejos de ahí, fuera de ese cuerpo y de esa época. Se sentía plena en ese estado. Y en un instante, como en un flash repentino, ocurrió lo inesperado, o lo anhelado por Anemy que se quedó como adormecida. Su abuela entró al cuarto y ella no se movía, estaba muy pálida e inerte con un halo de paz y tranquilidad a su alrededor. Ya no estaba ahí, sólo su cuerpo quedaba y el recuerdo de una misteriosa chica, sensible y fuera de lo común. La foto en blanco y negro permanecía contra su pecho. Si se la miraba rápidamente, nada parecía haber cambiado en ella, pero si se la contemplaba con mayor atención, se podía visualizar el salón adornado para un festejo, las personas sonrientes y animadas y en el fondo del lugar a dos niñas tomadas de la mano, con sus miradas resplandecientes de luz, capturadas para siempre en ese instante.

jueves, 12 de noviembre de 2009

¿Bichos de costumbre?

¿Somos bichos de costumbre? Yo creo que sí, a todo nos amoldamos con el tiempo. A vivir como se puede, a entender las carencias y las ausencias, a ver necesidades insatisfechas por doquier, almas a la deriva, a hacer no siempre aquello que nos llena y sobre todo, a aquellas cosas y circunstancias que pasan a ser normales y corrientes para nosotros y no deberían serlo: como la miseria del ser humano en el más amplio sentido de la palabra. Poquitos principios, escasos valores, mucho de todo y nada de nada.
Ahora cabe preguntarnos ¿es bueno aceptar mansamente lo que viene?. ¡Yo creo que no! Siento que es hora de revelarnos, de pararnos y disentir, de decir en voz bien alta todo aquello que nos fastidia, duele, disgusta y que no nos completa, o que nos hace subsistir en vez de vivir a pleno.
Hoy es el día de decir basta y empezar a buscar, a obligar a que las respuestas afloren de lo más profundo de nuestra existencia, porque ahí están, ahí se esconden caprichosas. Es momento de intentar encontrar un camino, que por más sinuoso que parezca tiene un recorrido y puede ser interesante transitarlo. Esto es una aventura de a muchos, como un viaje no planificado y sin destino cierto, o mejor dicho con un final anunciado pero sin fecha de vencimiento. Esta vida es un misterio. Que estemos hoy acá dibujando nuestra historia sí que es cosa rara, si uno lo piensa detenidamente. Pero más allá de las reflexiones o creencias, aquí estamos y calculo que es para algo y si ese algo no fluye naturalmente hay que excavar a fondo, cargarse la pala al hombro y hallarlo. Porque si no, así nos quedamos, mirando sosegadamente, permaneciendo en vano.
Por eso hoy quiero invitarlos a explorar hacia el interior y a su alrededor, a no recibir pasivos e inertes lo que sucede por ahí y nos pasa, y a reaccionar, que mucho de nosotros depende. Es más cómodo tomar las cosas como vienen ya que con el tiempo todo se torna cotidiano, somos bichos de costumbre, no obstante me parece que hay muchas realidades que merecen nuestra sorpresa y enojo, y sobre todo nuestra acción. Hay un destino trazado, al menos eso creo, pero con dirección asistida. Es tiempo de cambio y vos, y yo, y muchos pensantes tenemos que actuar y tirar para el mismo lado, el lado bueno de la vida abandonando nuestro papel de bichos de costumbre que tan quietos nos muestra, que tan inertes nos aparta. Tanta falta de oportunidades y mala noticia desesperan y paralizan, por eso siento que no tenemos que estancarnos ahí y movernos en el mismo sentido para que todas las voluntades juntas y solidarias, mezclen bien las cartas y vuelvan a dar. Y ojalá que la combinación entre lo que fluye naturalmente y lo que aportamos con nuestro esfuerzo sea más equilibrada esta vez.
¿Bichos de costumbre? Tal vez es tiempo de dejar de serlo...
¡Acepto propuestas para poner en movimiento las palabras!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ocaso


Tal vez se sienta ocaso

Ese hombre tan querido,

Ve sólo aquello que el tiempo

Arrasó y dejó en el olvido.


Presiento sus noches tristes

Y sufro su soledad,

Acaso la vida pretenda

Enseñarle su verdad.


Sus pasos retumban solos

En su vacío tan grande,

Se conducen repetidos

Y en sordo eco se expanden.


Quisiera poder ver en él

Lo que fue y ya poco queda,

Pero su tristeza recuerda

Y su alma no se sincera.


Sus ojos claros perdieron

El brillo que siempre daban,

Esa luz que me robaron

Cada vez que me miraban.


Retorna a mi su sonrisa

Que ya no se oye tan clara,

Ha perdido sus motivos

Y el corazón que llenaba.


Hoy puedo sentirlo ocaso,

Puedo ver desde su adentro

Días ausentes de sueños,

Comprenderlo en su tormento.


Brindó todo lo que pudo,

Su cariño y su bondad,

Su honradez exagerada

me enseñaron lealtad.


Sus hombros ya no logran

Cargar con este destino,

Ni mis soles alcanzaron

Para renovar su sentido.


A ese hombre tan querido

Que a este mundo me trajo,

Que me dio todo a su modo,

Que se hizo desde abajo.


Le digo que mire adelante,

Que no detenga su andar,

Necesito que su sonrisa

Sonora me vuelva a dar.


Puedo ver desde su adentro

Y sentir su anochecer,

Aunque mi adentro no quiera

Concebirlo ni entender.


Que su Angel esté perdido

Y que no quiera volver

A estar acá bien presente

Convertido en amanecer.